15 abril 2012

SOMBRAS DE MUERTE A RAS DE TIERRA

En muchos lugares
Esta es la vida a ras de tierra
En el valle de sombras de muerte
Donde duele la noche
Sin luz, sin estrellas
Donde no existe el día
Donde ronda  la muerte
Buscando a quién devorar
Y se le observa desde las rendijas

Historias sangrantes de niñas y niños en luto
Que tragan su hambre y beben su llanto
Aguijoneados por su esperanza fallida

Esta es la vida a ras de tierra
En el valle de sombras de muerte
Donde las ráfagas de la violencia
Tiran a pie de calle a decapitados,
Y a amordazados y a torturados
Y mueren tragando balas los desmembrados
Y este escenario entre lo oscuro o a plena luz
Al final queda impune

Historias desgarradoras de viudas y huérfanos
Que respiran miedo y sorben dolor
Atormentados por el terror

Esta es la vida a ras de tierra
En el valle de sombras de muerte
Donde el poder de estrategia fallida
No sabe de paz, no sabe de vida
No sabe de empleos ni de justicia
Ese poder que a base de militares y policías
Genera ya miles y miles de muertos
Y cabalga indolente a la vista de todos

Y las víctimas claman, claman, claman…
Sin que haya quién las consuele
Sin que haya quién les de vida
Las víctimas piden la salvación
Que no les llega de ninguna parte

En muchos lugares
Esta es la vida a ras de tierra
En el vale de sombras de muerte
En el valle donde clama la vida

Y, sin embargo, sabemos 
Que la muerte no tendrá la última palabra.
Al final del final del camino
Reinará la Vida y la Justicia
Para siempre.

19 febrero 2012

CONSTRUIR UN CAMINO EN EL QUE TENGAMOS VIDA


Como seres humanos que somos, no basta existir. No es suficiente vivir. Es necesario lograr una existencia humana en condiciones dignas y darle un auténtico sentido a nuestra vida.

Es preciso lograr una existencia en la que como personas, familias y pueblos, tengamos y demos vida digna. Vida  abundante. Es necesario tener las condiciones de vida que nos permitan ser felices al tener los medios, capacidades y oportunidades para disfrutar todos los dones y bienes –materiales y espirituales- a los que tan sólo por el hecho de ser personas tenemos derecho. Y estos dones, bienes y derechos, disfrutarlos en condiciones de igualdad, justicia y dignidad.

Cuando a una persona, familia o pueblo se le han negado los medios, el desarrollo de capacidades y el ejercicio de sus derechos para una vida en condiciones dignas, se encuentran ante el desafío de abrir el camino que los llevará a su liberación integral y al disfrute pleno de sus derechos. Entonces su misión fundamental es liberarse de las diferentes estructuras y formas de esclavitud; su tarea es emprender el camino para ser libres de todo tipo de discriminación, opresión y exclusión, que le impiden una existencia personal, familiar y social auténticamente humana.   

· ¿Cuándo se puede afirmar que una persona, familia o pueblo tienen vida digna?
· ¿Qué dones, bienes y derechos contribuyen a que tengamos vida plena?

Un pueblo, familia y persona tenemos vida cuando experimentamos el amor, conocemos la verdad, vemos realizada la justicia y disfrutamos de condiciones de paz, valores universales que contribuyen al disfrute de la realización personal y de la felicidad familiar y social.

 

Tendremos vida cuando contemos con un sistema socioeconómico y con autoridades públicas que garanticen a cada persona y a todas las familias, sin exclusión alguna, un trabajo digno y salario justo, el suficiente para resolver las necesidades fundamentales. Es decir, cuando con nuestros ingresos económicos y con los servicios públicos existentes, de forma autónoma y solidaria seamos capaces de obtener alimentos nutritivos, condiciones de salud y acceso a la educación, a la cultura, a la recreación, vivienda, vestido, agua, energía, entre otros bienes.

 

· ¿En qué medida estamos teniendo acceso a esos derechos?

 

Una persona, una familia y un pueblo también tenemos vida cuando somos tratados con respeto y sin discriminación al pedir, reclamar o exigir atención a los poderes públicos para el ejercicio pleno de nuestros derechos; y cuando nuestras legítimas demandas son atendidas por las instituciones y los servidores públicos.

 

Un pueblo, una familia y una persona tenemos vida cuando nos liberamos de situaciones de esclavitud, contamos con espacios de participación democrática, solidaridad, legalidad, inclusión, respeto a las diferencias, tolerancia, corresponsabilidad, información y transparencia.

 

También tendremos vida cuando tengamos un medio ambiente, naturaleza, agua, tierra y bosques sanos. Cuando se destierre la inseguridad pública, la violencia y la guerra; cuando en la procuración y administración de la justicia, las autoridades actúen de forma imparcial, legal, justa y, por lo tanto, desterrando toda forma de impunidad.

 

Como personas, familia y pueblo, tendremos vida cuando logremos caminar por la historia sin restricciones en el ejercicio de nuestras libertades en condiciones de igual dignidad y en el marco de la corresponsabilidad. Cuando tengamos garantizadas nuestra libertad de palabra y de creencias, libertad de opinar y expresar nuestras ideas, libertad de reunión y asociación pacífica, libertad de transitar de un lugar a otro sin obstáculos y sin fronteras, libertad de elegir el camino de nuestra realización y de elegir a las autoridades que mejor atiendan y resuelvan –en acuerdo y obedeciendo a la ciudadanía- las necesidades colectivas.  

 

· ¿En qué medida tenemos ya garantizado el ejercicio de esas libertades?

  

Por otro lado, existen situaciones que alimentan y fortalecen la vida hacia la plenitud: el compartir, dando y recibiendo ternura, consuelo, misericordia, perdón, reconciliación, fraternidad, alegría, felicidad; el contar con las condiciones que nos permitan compartir y celebrar nuestra fe, la creación artística y literaria, la comunicación, la contemplación, el asombro y la trascendencia.

 

Los héroes, santos, mártires, profetas, luchadores sociales, defensores y servidores comunitarios, que han gastado y ofrendado su vida para que tengamos vida plena, libertad, justicia y paz dignas, son un auténtico ejemplo: nos han enseñado a servir y a dar la vida por amor a través de actos, decisiones, proyectos, actividades y actitudes que liberan y dan vida.

 

*   *   *


· ¿Consideras que tu vida, tal como la estás llevando, tiene un verdadero sentido? ¿O simplemente ahí la vas pasando, ahí la vas llevando, sin un plan de vida, sin un rumbo fijo, como una hojarasca que se lleva el viento de las propagandas, del qué dirán, de las telenovelas que paralizan, de los pasatiempos en los que se pierde el tiempo, sin darle un sentido constructivo y de servicio verdadero a tu existencia?

· ¿Has caído acaso en la pasividad e indiferencia ante las necesidades colectivas que tenemos como país, municipio y comunidad?

· ¿De qué forma estás participando en procesos y organizaciones que tengan como objetivo urgir a los podres públicos y abrir caminos ciudadanos para resolver las situaciones de injusticia que padecen los más empobrecidos, excluidos, discriminados y oprimidos?

· ¿Qué cambios consideras que tendrías que hacer en tu vida y qué decisiones debes tomar, para que tu existencia en este mundo sea auténtica al ponerla al servicio de proyectos y actividades con las que des vida a tu familia, comunidad y país?

· ¿Acaso vas a esperar más tiempo en decidirte a empezar a dar a tu vida un sentido auténtico y pleno? 


11 febrero 2012

RESISTENCIA Y PERSEVERANCIA

Cuando una persona, organización o pueblo se proponen desarrollar un proyecto alternativo para promover la libertad, la democracia y la justicia, lo más común es que se encuentren con grandes dificultades, críticas, obstáculos y hasta persecuciones. Y en algunos casos hasta la muerte.

La oposición a los grandes proyectos liberadores proviene generalmente de parte de grupos de poder económico y político que le han apostado a mantener la situación social injusta intacta, porque ello significa la protección de sus privilegios. 

Sin embargo, los problemas generados por la lucha emprendida, se hacen más difíciles y dolorosos cuando las críticas desalentadoras surgen de miembros de la propia familia o del equipo de trabajo que en el principio vio con buenos ojos y apoyó con grandes esperanzas el nuevo proyecto.

Cuando en nuestro compromiso social estamos   convencidos de que el proyecto que emprendemos generará vida, justicia y paz para quienes son despojados de esos derechos universales, entonces debemos pensar y actuar con una gran dosis de resistencia y de perseverancia, apoyados en la certeza de que muchos otros proyectos han tenido éxito porque sus emprendedores mantuvieron viva la confianza, la esperanza y el amor que les motivó, desde el inicio de la lucha, a estar dispuestos a dar su tiempo, los recursos y hasta la vida misma por alcanzar el disfrute de todos los derechos humanos para todas y todos.

A través de la historia, en todos los países del mundo, siempre ha habido personas, grupos y pueblos que han creído en que es posible crear una humanidad nueva. Y en buena parte de su existencia y de su lucha han tenido que actuar en medio del conflicto en su compromiso por condiciones de justicia, libertad y vida plenas. Tenemos el caso de Gandhi, por ejemplo, por citar a uno de los más destacados luchadores. 

Pero en cada campo de la vida, en el ámbito de la lucha por la democracia, los derechos humanos, la ecología, los medios  alternativos de difusión y comunicación, el diseño y la construcción de una economía justa y la lucha por una política y democracia con ética, etc., en todos los campos de la vida social han existido notables esfuerzos en contra la injusticia, la guerra, la corrupción, la exclusión y la mentira, y en en favor de la vida, la cultura, la libertad y la paz dignas. 

Las luchas históricas nos muestran la importancia de resistir y perseverar en los esfuerzos emprendidos. Se trata de luchar con una mística de perseverancia y no violencia, con un espíritu de resistencia, con un impulso indeclinable de esperanza. 

Porque, o apostamos la vida diaria en favor de un mundo justo, solidario, ciudadano, participativo e incluyente, o bien nos acomodamos en las filas de los poderosos, de los resignados y de los traidores. ¿En qué lugar estás tú? ¿Cuál es tu opción verdadera?

Quienes con una actitud pasiva y conformista han decidido no hacer nada, en realidad se están ubicando del lado de la opresión y de la violencia, es decir, del mantenimiento de sistema de cosas tal como está. Con su actitud están fortaleciendo el dominio, la corrupción, la injusticia y la mentira; al no hacer nada están apoyando el empobrecimiento y la exclusión de multitudes de personas que reclaman condiciones de vida digna, paz y justicia.

En cambio, quienes se enlistan en las causas legítimas de los oprimidos, los excluidos y las víctimas, están dando un auténtico sentido  su  existencia. En este proceso de cambio y construcción de alternativas por la vida, libertad y justicia, las actitudes necesarias del camino son la resistencia y la perseverancia. 

06 febrero 2012

MANTENER VIVA LA ESPERANZA

Quienes se incorporan a la lucha por una nueva sociedad, donde exista vida digna, libertad y justicia, y quienes perseveran en su esfuerzo por lograr una humanidad libre de guerras, opresión y exclusión, lo hacen porque son sensibles al dolor y al sufrimiento y porque mantienen viva la esperanza de un futuro mejor, de dignidad, igualdad y felicidad.


Sin embargo, existe también mucha gente que, al observar la pobreza, las injusticias y el espiral de violencia que no cesa, ha perdido la esperanza de un cambio y vive paralizada en medio de la desilusión al ver que las autoridades públicas más que resolver tales situaciones solo se enriquecen a costa del pueblo y están con frecuencia al servicio de los poderosos.

¿En qué lugar te ubicas tú? ¿Entre quienes mantienen viva la esperanza o del lado de quienes la han perdido? ¿Estás entre los que permanecen pasivos y han reducido su labor a trabajar por su propia sobrevivencia y la de su familia? ¿O junto a quienes sin dejar de asumir su responsabilidad de apoyar o mantener a su familia, también participan en las luchas sociales hacia un futuro mejor para todo el pueblo? ¿Dónde estás tú? ¿Entre los que, en medio de las situaciones dramáticas de violencia e injusticia que hay en el mundo, han perdido la esperanza? ¿O  del lado de aquellos que, a pesar de que existen motivos para la desilusión, siguen luchando en organizaciones ciudadanas con la esperanza viva de que se lograrán transformaciones sociales que realmente beneficien a los excluidos?

Los seres humanos, al vivir dentro de la historia, tenemos la capacidad de permanecer abiertos al futuro. De ahí que podemos definir ideales, valores, principios, objetivos y metas que nos lleven a realizar esa vida nueva que anhelamos.  ¿Quién no desea ni espera que las cosas cambien, que sean mejores y que llegue pronto un futuro de paz, justicia y vida digna para todos? Si la imperfección es parte integrante de nuestra condición humana, también lo es el anhelo de construir mejores condiciones de vida. A lo largo de la historia, los luchadores sociales, héroes, profetas y mártires, muchos de ellos anónimos, han dado su vida por una nueva sociedad porque se negaron a tolerar y a aceptar la reproducción intergeneracional del sufrimiento de multitudes pisoteadas en su derecho a vivir en condiciones nuevas de justicia y dignidad.  

Ante la situación actual que vivimos tenemos el desafío de hacer frente a la desilusión. La esperanza sostiene, impulsa, estimula y dinamiza hacia adelante, hacia el logro de las transformaciones necesarias y hacia la construcción de estructuras sociales, leyes y mecanismos que garanticen la vida, la libertad, la justicia y paz dignas. No podemos seguir pactando con el presente desolador que mata y margina a la mayoría de la gente.

Es parte de nuestra autenticidad como personas el indignarnos, el protestar y el resistir ante las situaciones ya intolerables de exclusión que los poderes públicos imponen a la población, generación tras generación, con promesas engañosas, dando sólo migajas y “atole con el dedo”. Tenemos la misión de generar una imaginación creadora de una sociedad y un mundo nuevos, diseñando caminos nuevos de lucha colectiva, manteniendo viva la esperanza, integrándonos a redes de organizaciones civiles a nivel local, nacional e internacional. Todo sea por la vida, libertad y justicia, por una paz digna. ¿Acaso no encontrarás en este camino de entrega generosa un verdadero sentido a tu existencia en este mundo?


05 febrero 2012

LA PAZ CON DIGNIDAD


La paz es una experiencia espiritual y social. Es una realidad que se construye en el interior del ser humano y en las estructuras de la sociedad. La paz es fruto de la armonía personal y de la justicia social.


La violencia y las guerras son expresiones desgarrantes que destruyen la paz, pero ésta no es la mera ausencia de guerra o de violencia, porque la pobreza extrema es también una forma de violencia que se ha institucionalizado y atenta contra la paz.


El miedo y la angustia son las expresiones agudas de un clima social de violencia. Pero la mera ausencia de angustia y de miedo no necesariamente es una señal de paz. Mientras existen familias que están sin empleo y que por lo tanto no tienen lo necesario para contar con una buena alimentación, salud, educación y vivienda, entonces no podemos decir que hay paz sino que estamos ante situaciones de injusticia y violencia. 


A esas familias se les está arrebatando su derecho a vivir en paz, al no tener garantizado su derecho a una vida digna. Por eso es importante vivir la solidaridad con las víctimas de la injusticia y de la violencia, de tal manera que nuestra solidaridad se convierta en una forma ordinaria de vida. Y no se trata solamente de  hacer obras buenas de ayuda a los demás; se trata sobre todo de participar activamente a través de organizaciones civiles. Estas acciones nos acercan a la paz justa y digna.


En el plano internacional existen guerras imperiales y pueblos oprimidos. Pero también hay gente organizada, consciente, libre y solidaria, que da la vida por el pueblo, por una humanidad justa y por una paz verdadera. Y en este compromiso, aun en medio de amenzas y persecusiones es posible experimentar la paz interior, que habilita para el compromiso sereno y decidido por la paz justa y digna.



Si renovamos día a día nuestra vida, encontraremos el camino hacia la paz. Esa renovación personal será auténtica cuando se manifieste en un compromiso real con los excluidos y con las víctimas, por una sociedad libre, justa y solidaria.



LA VIDA EN CONDICIONES DIGNAS

Dios es la fuente, raíz y manantial de la vida plena. 


LA VIDA en condiciones dignas da sentido al universo. La vida es el derecho fundamental, del que emanan todos los demás derechos humanos. No basta tener vida, es decir, no es suficiente ir por el mundo tan sólo sobreviviendo. Es necesario lograr una vida digna. 


Tener vida digna se manifestará cuando, como personas, familias y pueblos, tengamos garantizados todos los derechos humanos. En otras palabras, tendremos vida digna cuando sean una realidad los derechos a una buena alimentación, salud, vivienda, educación, trabajo, recreación, cultura. Tendremos vida digna cuando no exista restricción alguna a las libertades de expresión, pensamiento, asociación, manifestación, tránsito. Tendremos una vida digna cuando nuestros derechos a un medio ambiente sano, a la solidaridad internacional y a la paz, sean garantizados a nivel nacional y mundial.

El respeto a todos los derechos humanos contribuye a construir una existencia humana en condiciones dignas y, por lo tanto, a una paz auténtica.

Así como esperamos que las demás personas respeten nuestra vida y de nuestras familias, del mismo tenemos el deber de respetar a la vida de las demás personas. Y aún más, es parte de nuestra responsabilidad, como miembros de un mismo pueblo, proteger y defender la vida y los demás derechos de las personas cuando les son amenazados por particulares o por los poderes públicos.

> ¿Y tu qué opinas?
> ¿Cuáles derechos aún no son garantizados?
> ¿Qué tenemos que hacer como pueblo para tener condiciones de vida digna? 

DAR VIDA EN TODO


Apreciado(a) lector(a): 

Recibe un saludo fraterno, al iniciar la publicación de este blog "Dar Vida en Todo". Te deseo salud, paz y fortaleza espiritual en todas tus actividades diarias. Y espero que cada uno de mis aportes, reflexiones y comentarios que iré publicando, sean de tu interés y ayuden a iluminar el compromiso por la justicia, libertad y dignidad. 

Tener Paz, Vida y Esperanza en el mundo, es uno de nuestros más grandes anhelos. Es una de las aspiraciones más profundas de los seres humanos. Animados por la fe -que nos lleva a creer que realmente es posible construir lo que aún no vemos-, e impulsados por el hambre de dignidad y la sed de justicia, como miembros del pueblo tenemos la tarea de participar en la construcción de una humanidad nueva.

Con nuestra protesta, resistencia y propuestas decimos:


> No a la violencia. Sí a la Paz.

> No a la muerte. Sí a la Vida.

> No a la desilusión. Sí a la Esperanza.

Paz, vida y esperanza son valores que, impulsados por la fuerza del amor y enraizados en una práctica de solidaridad con las víctimas de la injusticia, nos irán acercando a una tierra nueva.



Este compromiso, en las actividades del día a día, imprime un auténtico sentido a nuestra presencia en el mundo, para lograr una vida personal, familiar y social en condiciones dignas.

Te invito a leer continuamente esta publicación y a participar con tus comentarios. 

Ramón Mendoza.
darvidaentodo@gmail.com